sábado, 11 de diciembre de 2010

Tierra, agua, manos, Saltillo tile





Cosas de la fe








Esta en las gorras de los ladrilleros de Saltillo, en la piel de boxeadores que caen noqueados antes de terminar el primer asalto, en fachadas de casas junto al escudo del América, en bardas propiedad de pandilleros , esta en los vidrios de los coches, aparece y desaparece con la luz y con la fe...........

martes, 12 de octubre de 2010

El empleado de una tienda OXXO, en Saltillo México, desarmo y redujo a un presunto asaltante.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Grave lesión.






Daniel Hinojosa, segunda base de Sultanes de Monterrey resulto lesionado en la segunda entrada con fractura de tibia y peroné, al robar la base Willie Romero de Saraperos de Saltillo, quien se barrio en la intermedia para romper un posible doble play

sábado, 17 de julio de 2010

24 horas


















¡ Llévame llévame, allí me dejas y en el ultimo viaje regresamos!

Ese fue el principio de 24 horas difíciles de olvidar.
Alejandro Tomatsu camarógrafo de multimedia y compañero del periódico sin pensarlo dos veces salto al helicóptero que nos llevo al ejido Maria, frente a la colonia Robirosa en Nueva Rosita, descendimos en la escuela, todo fue muy rápido, el piloto y su acompañante nos miraban con cara de incredulidad, quizás se preguntaban si sabíamos en donde nos estábamos metiendo, eso era lo menos importante, sabíamos que las imágenes lo valían, cuando todos querían salir de allí nosotros llegamos, teníamos que mostrar lo que estaba sucediendo.
Treinta minutos después nos dimos cuenta que el helicóptero no regresaría por nosotros, ni por nadie mas, se desato una tromba de agua que hacia imposible el vuelo de la aeronave. Estábamos incomunicados, solo quedaba esperar.
El rio estaba apenas a 30 metros del zaguán de la casa donde junto con seis vecinos mas nos refugiamos del inclemente aguacero que no tenia ninguna intención de amainar., apenas eran las cuatro de la tarde del lunes 5 de julio, y la crecida del rió Álamos no cedía.
A través de la cortina de agua pudimos ver como don Amado Y su esposa Andrea, metían sus ultimas cosas a la camioneta, cobijas, comida, algo de ropa para cambiarse y la historia de sus vidas, actas de nacimiento, documentos, papeles oficiales, escrituras y fotografías antiguas.
Atravesé corriendo la pequeña calle, una sonrisa fue el recibimiento, y no sin cierta ironía me dijo don Amado, “los dejo el Helicóptero”, asentí con la cabeza y le regrese la sonrisa, me sacudí el agua del impermeable y saque mi cámara, retrate como la señora Andrea dejo organizado y ordenado todo lo que no se podía llevar, como si esperara que al regresar todo siguiera igual.
Fotografié los últimos vecinos que en sus adentros se negaban a abandonar todo lo que tenían, los miraba a través de mi angular y los convertía en píxeles dentro de mi agonizante nikon d300.
¿Que van hacer?, pregunto don Amado, el río ya subió mucho, no mas nos encogimos de hombros, y nos dijo “vengasen, yo los llevo pa la loma, ahí ta la camioneta” señalo hacia la calle.

Pensé que en cierta forma yo era un egoísta pues horas antes había perdido mi vehiculo, mi bochito 2002, compañero en un sin fin de coberturas y emociones, se quedo varado y fue tragado por el arroyo Blanco a la salida de Sabinas, en la carretera que lleva a Villa de Juárez, era algo que todavía no podía quitarme de la cabeza, y no asimilaba, creía que era un gran contratiempo no tener coche para moverme. De repente me di cuenta de la insignificancia de mi “desgracia” cuando Andrea, la esposa de don Amado, sentada en el asiento delantero de la camioneta estacionada en medio de la nada, susurro; acabo de comprar mi refrigerador, una lagrima escapo y recorrió su mejilla, yo contuve la mía, en realidad su refrigerador significaba toda su vida de esfuerzo que estaba apunto de se tragado por las inmisericordes aguas del rió Álamos, era todo, su casa la de sus vecinos, sus refrigeradores sus cocinas sus abanicos, todo, el rió en su desbocada crecida se iba a llevar historias enteras de trabajo.
En realidad eran cientos de don “Amados y Andreas” que con una dignidad que ya no se ve fácilmente se dispusieron a esperar bajo la lluvia a que el rió les quitara todo, y nosotros éramos sus invitados.
Llegamos ya casi de noche a un viejo gallinero al parecer en abandono, era el refugio para muchas familias, se prendieron fogatas se preparo café, frijoles se amasaba harina para las tortillas, todos tenían algún quehacer, ¿dónde están los periodistas? se escucho, “pásenle” a cenar, huevo con chorizo frijoles y café, la verdad que el mundo se ve de otra forma con el estomago lleno, pero sobre todo con esa cena llena de solidaridad, generosidad y el valor de unas gentes a las que en ese mismo instante la crecida del rió devoraba sus casas y a pesar de todo, se preocupaban por nosotros.
Las horas no eran de 60 minutos, creo que tenían muchos mas, me dormí sentado sobre una llanta, un joven ejidatario se acerco a nosotros y nos ofreció dormir en su camioneta, aceptamos con agrado, los asientos del viejo automóvil no le envidiaban en nada al mejor colchón ortopédico del mercado del sueño, no puedo mas que estar agradecido.
Transcurrían las horas y la lluvia no dejaba de golpear los vidrios de la camioneta, me acorde de los pequeños sapos que vimos en el viejo gallinero, “Tomatsu, ellos también están escapando de la crecida del rió” le dije.
Se que algo soñé pero no lo recuerdo. La luz del día y la ansiedad por saber que había ocurrido con la crecida del Álamos nos apresuró a bajar al ejido Maria, se puede decir que la angustia y la ansiedad viajo en una veintena de camionetas, cada rostro era el reflejo de lo que inevitablemente se iban a encontrar, caras tristes y el silencio que se escuchaba mas allá del rió Álamos
Todo devastado, el agua se llevo muebles y todo lo que quiso y dejo toneladas de lodo.
Fotografié algunas casas , realmente era complicado documentar gráficamente el estado en el que quedo el ejido Maria, mi cámara se negaba a funcionar, y yo que siempre había presumido, “las Nikon nunca fallan” pues ahora si falló y en que momento. Cada vez que disparaba, había que desmontar el lente, apagar la cámara, prenderla, disparar sin lente y el espejo se quedaba en su posición, colocaba de nuevo el lente tomaba una foto y vuelta a empezar. Me hice a la idea que tenia una cámara antigua, y que solo podía hacer una toma cada 30 segundos, eso si, con un derroche de quien sabe cuantos millones de píxeles.
Salio el sol, la humedad y el calor hacían asfixiante el ambiente, buscamos la sombra de los árboles en el patio de la escuela Guadalupe Victoria, armados de paciencia nos dispusimos a esperar, de nuevo, las horas tenían mas de sesenta minutos.
¡ Ahora si, escucha, escucha si es, si es! cada motor de camioneta que escuchábamos lo convertíamos en el helicóptero que venia a rescatarnos, después de un sin fin de desilusiones y del almuerzo que nos ofreció generosamente don Amado, un guiso de carne que nunca adivinamos que era y tampoco nos atrevimos a preguntar, como a las cuatro de la tarde llego la aeronave, regresamos al aeropuerto de Nueva Rosita y así como comencé, ya lejanas 24 horas termine, fotografiando a una anciana trasladada desde San Juan de Sabinas, el paso El Coyote, ya no existía, ni la colonia Robirosa, ni muchas casas que el día anterior pude fotografiar.
No voy a decir que la experiencia me cambio, pero si me confirmó en lo que tantas veces me ha tocado vivir en la zona Carbonífera de Coahuila, Dios hizo diferente a los habitantes de ese lugar, su calidad humana es tan grande como la riqueza que tienen bajo sus pies, o mas.